Percibir la prestación disminuye el impacto sobre nuestra jubilación futura, ya que se sigue cotizando para la jubilación con una base de cotización similar a la que se tenía mientras se trabajaba, ya que la base reguladora de la prestación es el promedio de las bases de cotización durante los últimos seis meses de ocupación. Además, se cotiza por el resto de las contingencias comunes: la protección a la familia, invalidez permanente, prestación por muerte y supervivencia, incapacidad temporal, maternidad, asistencia sanitaria y farmacéutica.
El pago de estas cuotas se reparte entre el Servicio Público de Empleo y el propio desempleado, como si se tratara de una nómina.
El problema lo tiene el trabajador que agota la prestación o no tiene derecho a ella, aun cobrando un subsidio por desempleo o ayuda asistencial para determinados grupos de parados sin recursos.
Si tienes menos de 55 años, esta cantidad no contará para el cálculo de la pensión de jubilación. Los subsidios por desempleo cotizan por las contingencias de asistencia sanitaria y protección a la familia, pero sólo cotizan para la jubilación en el caso de desempleados mayores de 55 años y determinados supuestos de trabajadores fijos discontinuos.
Para ciertos casos existe la posibilidad de cotizar para la jubilación de forma individual, mediante un convenio especial con la Seguridad Social, abonando todos los meses las cuotas correspondientes para poder cobrar la pensión esperada. De esta manera, y a cambio de hacerse cargo personalmente de las cuotas a la Seguridad Social, pueden mantener el importe de su pensión al cotizar durante unos años que precisamente entran dentro del periodo de cómputo para el cálculo de la misma, pero realizando para ello un importante esfuerzo financiero y casi siempre con bases de cotización bajas que harán que la pensión pública futura se resienta.
El impacto sobre la pensión futura es enorme. En un primer periodo, si se tiene derecho a prestación contributiva, se mantiene la cotización aunque con bases algo más bajas, pero finalizada esta el impacto es doble: por el mínimo de años cotizados que se necesita para cobrar la pensión o del 100% de la base reguladora y por la disminución de lo aportado globalmente en los años que computan para la pensión. Por todo ello, si a lo largo de nuestra vida laboral hemos tenido situaciones de desempleo, es recomendable que la compensemos con más aportaciones en productos que complementen nuestra jubilación.