La entrada de nuevos socios es uno de los momentos más desafiantes para una empresa, especialmente en el caso de las pymes. Antes de dar el paso, conviene reflexionar sobre cuáles son las ventajas que podemos obtener y cómo aprovecharlas lo mejor posible y también sobre los riesgos y amenazas que puede conllevar.
Se trata de un proceso beneficioso en varios aspectos. Estos son algunos de los más importantes.
Una posibilidad es que los nuevos socios entren a través de una ampliación de capital en la que harían aportaciones de dinero o de otro tipo de bienes y derechos de interés para la empresa. También pueden reforzar la solidez del proyecto, de forma que sea más fácil acceder a financiación ajena.
Cada nuevo socio puede proporcionar a la empresa un conjunto de relaciones con personas que pueden contribuir a descubrir nuevos caminos. Por ejemplo, cuando se decide una fusión que implique tener nuevos socios es habitual que la clientela y las relaciones con los proveedores sean un elemento muy importante al valorar los negocios, aunque no figuren como un activo contable.
Por un lado, los socios más veteranos intentarán trasladar de la mejor forma posible el proyecto a los potenciales inversores. Eso lleva a preguntarse por sus fortalezas y debilidades y a hacerse preguntas y encontrar respuestas que ayudan a conocer mejor la empresa. Por otro lado, los nuevos socios pueden tener una distancia suficiente como para descubrirnos fallos que nos habían pasado inadvertidos.
En un momento dado, un socio puede querer abandonar la empresa. Si no existen nuevos socios alternativos, las posibilidades son complejas, ya que uno o varios de los existentes se hagan con su parte no siempre es posible.
Sí, hay muchas ventajas, pero no es un proceso sencillo. Es habitual que haya que sopesar problemas como los siguientes.
No siempre es fácil encontrar al nuevo socio. En otros casos, existen diferentes alternativas, pero no se ve claro cuál puede ser el más adecuado. Se hace necesario dedicar tiempo, esfuerzo y recursos a la tarea de búsqueda del mejor socio.
Muchos potenciales inversores no se conforman con una participación, sino que quieren ser determinantes en las decisiones de la empresa. A partir de su posible entrada en el negocio, el papel de los antiguos propietarios puede pasar a ser secundario.
Adquieran o no el control, lo habitual es que la llegada de nuevos socios implique nuevas formas de hacer en la empresa. Y toda transformación, aunque pueda tener muchas ventajas, implica un proceso de adaptación que hay que tener muy bien planificado y, en todo caso, hay que ser conscientes de los riesgos que implica.
Se produce cuando los antiguos socios, e incluso la plantilla o los propios clientes habituales de la empresa, tienen una forma de ver el negocio que es incompatible con la de los nuevos socios.