Según un estudio llevado a cabo por Statista, la banca electrónica ha experimentado un crecimiento exponencial en los últimos años. De hecho, un 62% de los españoles son usuarios de este tipo de servicios online, situándonos dos puntos por encima de la media europea.
Por su parte, con el Covid-19, la penetración del e-commerce en España alcanza un 76% y, tras un año de pandemia, los internautas prefieren la comprar online frente a la compra en tienda física.
Estos datos reflejan las miles y miles de operaciones que se realizar diariamente, a través de nuestras tarjetas y, ante un escenario de este tipo, como no podía ser de otro modo, nace toda una picaresca de quienes quieren sacar provecho ilícito de lo ajeno.
La mayoría de los fraudes relacionados con servicios financieros se realizan al intentar apoderarse de los datos personales. Estos datos son la llave con la que los delincuentes acceden a nuestras cuentas bancarias, utilizan nuestras tarjetas de crédito e incluso pueden solicitar financiación a nuestro cargo.
Por todo ello, el primer paso es cuidar, proteger y no revelar (directa o indirectamente) datos personales o financieros a personas ajenas. Entre la información que hay que guardar con el máximo recelo destacamos:
Los tiempos cambian, pero muchas formas de fraude siguen siendo las mismas e, incluso, más sofisticadas, con el fin de dar una mayor apariencia de veracidad. De entre todas ellas, la más común sigue siendo intentar apropiarse de estos datos a través del phising. Este fraude consiste en el envío de correos electrónicos aparentando ser de una entidad de crédito en el que se solicita verificar o actualizar los datos de seguridad, proporcionando un enlace a una página web para hacerlo. Si se pincha en este link, se abrirá una página web que, aunque puede ser idéntica a la de tu banco (nombre, logotipo, etc.) es una falsificación, sin ninguna relación con la entidad financiera. Si introduces tus datos personales a través de ella, proporcionarás la información necesaria para que accedan a la cuenta bancaria y puedan disponer de todos tus fondos y puedan hacer uso de otros productos, como las tarjetas bancarias.
Ante ello no hay que olvidar estos puntos básicos:
El phising no sólo es exclusivo de las entidades financieras. Otros correos falsos que pretenden hacerse con información privada están relacionados con sitios de comercio electrónico (Amazon, PayPal, eBay, Aliexpress…) o redes sociales (Facebook, LinkedIn,…). Ante la recepción de este tipo de mensajes, lo mejor es ignorarlos y borrarlos. Si detectamos que se trata de phising y accedemos proporcionando datos falsos, puede que estemos permitiendo el acceso de software espía (spyware) que posteriormente intentará hacerse con las claves cuando accedamos a la web del banco.
Si los “malos” crecen en sus intentos delictivos, las entidades financieras también realizan más esfuerzos en seguridad para disminuir el riesgo y las posibilidades de este tipo de fraudes. Esto no elimina nuestra responsabilidad como usuarios, tanto en tareas básicas de protección como en mantener nuestros equipos de acceso –ordenadores, teléfonos móviles- protegidos. Entre los consejos básicos fundamentales están:
La seguridad empieza por uno mismo y con ello además de los esfuerzos de seguridad de las entidades financieras, el papel de los usuarios es fundamental para proteger nuestros datos financieros.