¿Ha variado el ahorro en las familias españolas con los depósitos?

​El ahorro. Esa palabra que nos morimos por lograr todos los meses pero que en España parece que nos cuesta más que a nuestros vecinos europeos. La cultura ahorrativa no ha tenido un gran caldo de cultivo en nuestro país, donde nuestro estilo de vida y carácter siempre nos ha llevado a vivir el día a día y a disfrutar al máximo.

Esto se vio perfectamente en la época de la burbuja, cuando muchas familias vivían por encima de sus posibilidades confiantes de que la buena racha económica se mantendría siempre. Pero no fue así, y la crisis desmontó toda esa ilusión demostrando que la realidad es más dura de lo que parece. Y que guardar hoy por lo que pueda pasar mañana nunca está de más.

Como decíamos, en otros países de nuestro entorno el ahorro está mucho más extendido e interiorizado. Así, mientras que en España solo ahorramos de media el 6% de la renta, en Europa ese porcentaje asciende al 12%, según Eurostat. Además, nuestros vecinos también están acostumbrados a poner a trabajar ese ahorro, es decir, a invertirlo para que les genere ingresos extra.

Y eso es algo que tampoco es muy común en España. O que siempre se ha considerado solo al alcance de las clases adineradas. Por ello, la inversión tampoco ha estado muy extendida, y los pocos que se han animado a invertir lo han hecho tradicionalmente en un instrumento: el depósito. Si bien, con la recuperación económica ha ido perdiendo su atractivo y los españoles cada vez recurren menos a él. Veamos por qué.

¿Qué ha pasado con los depósitos?

Todo comenzó con la crisis económica. Si hace diez años los depósitos daban de media una rentabilidad superior al 4,5%, con la recesión comenzaron a bajar. Primero fue poco a poco -en 2011 ya estaba en el 3%-, pero a partir de 2012 la caída fue en picado. Ese año fue cuando, al ir mejorando la situación económica, el Banco Central Europeo (BCE) empezó a retirar los estímulos económicos.

El regulador europeo fue bajando los tipos de interés y ahí se acabó la fiesta de los depósitos. Así, a cierre del pasado ejercicio y según datos del Banco de España, las familias tenían en cuentas y depósitos un total de 756.000 millones de euros. Estos instrumentos estaban arrojando una rentabilidad de entre el 0% y el 0,5%, según la plataforma Raisin.

Esto significa, según el Banco de España, que los depósitos han pasado de suponer el 19% de la riqueza financiera de las familias en 2007 al 10% en 2017. Es decir, 215.000 millones de euros. Por el contrario, los fondos van ganando importancia y en el mismo periodo han subido del 11% de la riqueza financiera de las familias al 15%.

Todo ello ha sido alentado por las políticas del BCE, que han favorecido a los fondos en perjuicio de los tradicionales depósitos. Así, también ha tenido que evolucionar la mentalidad de los inversores, ya que se ha pasado de un instrumento con poco o bajo riesgo a uno que tiene un riesgo mayor, pero ahora aporta más rentabilidad.  Muchos argumentan que todo se debe a una estrategia del supervisor bancario europeo para “obligar” o “empujar” a los ahorradores a diversificar su cartera y apostar por otros instrumentos ante lo ocurrido en la crisis. Sea como sea, ha dado resultado, ya que no les ha quedado otra que acudir a los fondos de inversión para lograr unos ingresos extra.

Así, los depósitos han ido perdiendo protagonismo en las carteras de los españoles. Ahora, se mantienen estables con rentabilidades que, con suerte, arrojan un 1% -lo más habitual es que den poco más del 0%, pero los expertos avisan de que todavía queda tiempo para que volvamos a verlos al menos al 2%. En cualquier caso, es importante tenerlos en cuenta para, como señalábamos, tener diversificada la cartera. Pues, a pesar de lo poco que dan ahora, siguen siendo una inversión con poco riesgo.