¿Tienes un plan de ahorro para los estudios de tus hijos?

​Uno de los objetivos clásicos del presupuesto familiar es el de ahorrar para los estudios de los hijos, sobretodo, en el momento en el que acaban la educación secundaria. No es algo trivial, dado que el presupuesto de una familia con hijos es complejo y difícil de mantener para el salario de un trabajador medio, pero con esfuerzo y un poco de organización, siempre resulta más probable lograr el éxito en el ahorro.

La planificación, la mejor herramienta para ahorrar para los estudios de los hijos

Lo primero que se necesita para tener éxito de ahorro dirigido a los estudios de los hijos es un plan. El más sencillo parte del cálculo de la fecha a partir de la cual iniciará los estudios cada hijo y la estimación de la cantidad que será necesario aportar cada año para que pueda cursar los estudios deseados.

A partir de ahí, el plan se puede completar diseñando diferentes escenarios en los que se planteen curvas de ahorro basadas en estimaciones razonables de los ingresos y gastos de cada mes. Al menos, deberían plantearse dos escenarios, uno optimista (alto nivel de ahorro) y otro pesimista (bajo nivel de ahorro).

Una vez que se tenga la estimación de la capacidad de aportar fondos para el ahorro de los estudios, se pueden plantear opciones de productos que ayuden a los ahorros a crecer, multiplicando los ingresos gracias al pago de intereses, dividendos, etc. a lo largo del tiempo. La clave no está tanto en elegir un producto rentable, sino en decidirse por uno con una relación rentabilidad/riesgo adecuada, dado que hay que evitar la posibilidad de que pasados unos años de esfuerzo ahorrador se acabe minorando la cantidad aportada por un mal resultado financiero.

Una vez que se han decidido los productos financieros para potenciar el ahorro de los estudios, es el momento de fijar una hoja de ruta para conseguir el objetivo de ahorro. Ésta consiste en el diseño de un plan de ahorro detallado para cumplir el objetivo, detallando los productos financieros en los que se va a invertir el capital aportado (depósitos, renta fija, variable, etc.), las cantidades a aportar, los plazos y todo aquello que sea necesario para que no quede ningún cabo suelto.

Es importante fijar también metas parciales, por ejemplo, a 1, 3, 5 y 10 años, con el objetivo de ir comprobar que la evolución del ahorro es la prevista y poder tomar medidas en caso de que no se cumpla lo planificado. En caso de duda, nunca está de más consultar con algún asesor experto en productos de inversión y ahorro, para plantearle el problema y pedirle consejo sobre los productos con mejores perspectivas en la relación rentabilidad/riesgo.

Por último, lo único que queda es poner el plan en práctica. Una de las maneras de hacerlo es creando un fondo de forma automática​, lo que ayuda a imponer disciplina en el proceso de ahorro. Al ser un procedimiento automático, obliga mucho más al ahorrador y permite avanzar con paso firme hacia el objetivo. Al ser un plan a varios años vista, cuanto antes se empiece, mejor. Ahorrar para los estudios de los hijos es de las cosas que, cuando se consiguen, generan una gran satisfacción.