Procrastinar: así afecta a mi productividad y siete consejos para evitarlo
La procrastinación es la actitud que nos invita a aplazar nuestras acciones y decisiones, una suerte de pereza que invita a dejar para mañana lo que bien podríamos hacer hoy.
¿Cómo puede afectar la procrastinación a la productividad?
En primer lugar, puede reducir el esfuerzo. En ocasiones, se postergan unas tareas por otras también productivas o por un descanso reparador. Sin embargo, cuando se van dejando por simple pereza, van mermando la productividad.
En segundo lugar, la procrastinación disminuye la atención. No la concentramos en la tarea a realizar, sino que dejamos que se disperse. Además, en labores creativas, ello puede llevar a que la inspiración llegue cuando no estamos preparados.
En tercer lugar, puede poner en peligro la disciplina necesaria. Se piensa que las órdenes y los reportes de información pueden esperar.
Finalmente, la procrastinación puede ser la muestra de que el equipo no está suficientemente motivado. Si esto es así, cuando se reanuden las tareas, seguramente se hará con desinterés.
Consejos para evitar la procrastinación
Estas recomendaciones pueden ayudarnos a combatir la procrastinación.
Planificar un calendario de tareas
A la dirección de la empresa le sirve para tener un elemento con el que comparar lo que realmente acaba sucediendo. A los empleados les marca un ritmo de trabajo.
Estudiar las holguras
En las tareas cuyo retraso puede serlo del conjunto de proceso la procrastinación supone un peligro evidente. Sin embargo, es en las que existe una cierta holgura en la que es más probable que se asiente el hábito de ir dejando el trabajo para más adelante.
Marcar, con prudencia, objetivos y fechas límite
Las fechas límite invitan a realizar la tarea lo antes posible para cumplirlas. Sin embargo, hay que tener muy presente que los empleados pueden considerar que, si cumplen fácilmente los tiempos marcados, los próximos objetivos pueden ser más ambiciosos. En ese caso, la procrastinación podría ser su forma de evitar que, en lo sucesivo, se señalen retos que no puedan cumplir.
Gamificar las labores más propensas a la procrastinación
Consiste en emplear técnicas que asocien a esas labores elementos lúdicos que las hagan más atractivas. Por ejemplo, en las que resultan más tediosas podemos introducir algún tipo de competición.
Estudiar a los miembros del equipo
La procrastinación suele tener una explicación que, con frecuencia, está ligada a las características de la personalidad de los empleados o a sus circunstancias vitales. Comprenderlas puede ayudar a poner remedios.
Fomentar el compañerismo
Los compañeros suelen ser los primeros afectados por la procrastinación. Se retardan sus tareas, no llega lo que necesitan, pierden productividad (y, en consecuencia, sueldo), pueden tener que asumir parte de la carga de trabajo del más perezoso… Cuanto más se les tenga en cuenta, menos probable es la procrastinación.
Generar un clima favorable a la proactividad
Esperar a recibir órdenes es una buena excusa para la procrastinación. Pensar y actuar con iniciativa, el mejor antídoto contra ella.
La procanistación sigue siendo uno de los mayores inconvenientes de las sociedades y empresas actuales. Combatirla es más sencillo de lo que parece: tan solo hace falta un poco de esfuerzo y voluntad personal.