¿Qué es, cómo funciona y por qué se necesita un seguro?

​​A nuestro alrededor encontramos constantemente ofertas para contratar seguros de diferentes tipos. Para el hogar, para el coche, de ahorro , entre otros, son algunos de los que con frecuencia se ofrecen a los consumidores para que cubran determinados riesgos a los que están expuestos. ¿Qué es lo que tienen en común todos ellos y por qué pueden resultar útiles para quien los contrata?

La persona que contrata un seguro (tomador), a cambio del pago de una prima (cantidad de dinero, en una o varias cuotas), pacta una contraprestación (capital asegurado, bien asegurado) que será abonada al beneficiario (una o más personas) en caso de que se produzca un siniestro, es decir, que suceda alguno de los hechos asegurados definidos en contrato.

Por ejemplo, en un seguro de automóvil a terceros, una persona contrata una póliza de seguro para cubrir el riesgo de provocar un siniestro al volante. Si este hecho se produce y se tiene la responsabilidad, el seguro se hará cargo de los daños causados a otros vehículos, personas y otros bienes, hasta el importe máximo pactado en contrato.

Una persona que contrata un seguro, lo que consigue es quedar cubierta en caso de que suceda un siniestro y no pueda hacer frente a sus consecuencias (indemnizaciones a terceros, paralización de la actividad de un negocio, reposición de bienes, gastos médicos, etc.). Por eso se dice que el objetivo principal de un seguro es el de ahorrar.

Se ahorra porque la persona que contrata un seguro pone de su parte tan sólo la cantidad pactada como prima, que normalmente es menor que los daños cubiertos. En los casos de siniestros más importantes, es cuando más valor tiene el seguro, ya que la diferencia entre disponer o no de uno puede ser que un negocio cierre o pueda continuar con su actividad, o que una familia tenga o no un lugar para vivir.

Los seguros pueden contener algunas cláusulas destinadas a fijar franquicias, que en la práctica viene siendo el importe mínimo de daños por encima del que se hace cargo el seguro. Es decir, en el caso de un siniestro con un seguro de coche con franquicia de 300 euros, todos los siniestros por importe menor o igual que esa cantidad corren a cargo del asegurado, mientras que todo lo que supere dicha cantidad irá por cuenta del seguro.

En un seguro también puede haber períodos de carencia, que son períodos de tiempo pactados durante los cuales el seguro no tiene efecto. Estos períodos se utilizan para proteger a las compañías de posibles fraudes, de personas que quieran contratar un seguro cuando ya se ha producido un siniestro.

De esta manera, un seguro puede contratarse con periodo de carencia de, por ejemplo, dos meses, lo que significa que hasta que pase ese tiempo desde la firma del contrato, no tendrá efecto y, por tanto, no procederá ninguna compensación al beneficiario en caso de que suceda alguno de los hechos asegurados.