¿Qué debo considerar al contratar un seguro de vida?

​Dormir tranquilo por las noches no tiene precio… o sí, el de un buen seguro de vida. El desvelo que produce la paga que nos quedará cuando nos jubilemos o el pensar de qué viviría mi familia si yo faltase tiene cura con un buen seguro de vida. Incluso más, el qué pasaría si me quedo en paro o si sufro un accidente que me impide volver al 'tajo'. El seguro de vida ofrece eso, que recibiremos una suma de dinero en caso de...

A nivel amplio los seguros de vida se podrían dividir en tres. Aquellos que contratamos en caso de fallecimiento, los que suscribimos a cambio de recibir más tarde una prima (cuando nos jubilemos, por ejemplo) y los que combinan los dos anteriores. Así que lo primero que conviene tener presente a la hora de contratar un seguro de vida es para qué lo queremos, cuáles serán las coberturas qué  buscaremos.

Un ejercicio que deberemos hacer es una especie de auditoría de uno mismo. Tendremos que saber cuáles son nuestros gastos y cuáles nuestros ingresos, incluso calcular cuáles pueden ser en el futuro. También, por supuesto, cuáles son los recursos de los que disponemos. Estos cálculos nos servirán a la hora de saber qué capital debemos asegurar. La auditoría va aún más allá, dependiendo del seguro nos exigirán o no un chequeo médico. La edad, nuestro estado de salud y hasta nuestra profesión determinan las primas a pagar en el seguro ya que definen el riesgo que la entidad juega con nosotros.

Una vez tengamos las ideas claras lo siguiente que habrá que hacer es repasar toda la oferta disponible. Sí, poner en práctica aquello de busque, compare y, si encuentra algo mejor, cómprelo. Debemos tener muy claras las coberturas que nos ofrece, las formas de indemnización del seguro y las limitaciones que puede tener. Habrá que tener presente también si el producto se puede personalizar, añadir a nuestro gusto coberturas o quitarlas.

Aunque obvio no hay que olvidar leer bien y despacio toda la letra pequeña y asegurarnos, por supuesto, de que todos los datos sean correctos. Hay que poner especial atención, por ejemplo, a las fechas y a los nombres de los beneficiarios. También debemos tener presentes los costes del seguro, las facturas que se van a incluir en el mismo. Y, por supuesto, su fiscalidad, la forma en que habrá  que rendir cuentas a Hacienda.