Trucos para ahorrar: la regla de los 10 segundos

Compras por impulso: la cruz del ahorro

Todos solemos ir siempre, por ejemplo, al mismo peluquero. Suelen ser personas que nos inspiran confianza y con las que nos sentimos satisfechos porque, de otra forma, lo más probable es que no hubiésemos vuelto. Su profesionalidad y buen trabajo hacen que cada vez más personas acudan a su establecimiento a solicitar sus servicios, lo que provoca que los tiempos de espera para recibir una cita o retrasos cuando ya la tienes, sean cada vez más elevados.

Así que la manida frase de "me voy a dar una vuelta y vuelvo en media hora" es cada vez más habitual en este tipo de negocios.

Esta vuelta o paseo puede convertirse en una o varias visitas a las tiendas más cercanas. En esa media hora de espera, la cantidad de tentaciones que pasan por delante de nuestros ojos es demasiado grande como para hacerles caso a todas ellas. Muchas de ellas podrían ser incluso asequibles y servir para satisfacer un sueño; entonces ¿por qué no hacer caso a nuestro lado más oscuro y caer en la tentación?

Las compras impulsivas: el mayor gasto de una familia

Las compras impulsivas son aquellas adquisiciones motivadas únicamente por nuestras emociones en lugar de ser compras razonadas y deliberadas. Es cuando tenemos un objeto adquirido por impulso en nuestro hogar cuando nos preguntamos si realmente lo necesitábamos y si, quizá, ha sido una buena compra.

Normalmente, las compras por impulso suelen llevar aparejado un gasto innecesario. Todos nosotros estamos expuestos a una gran cantidad de publicidad en nuestro día a día, y no solo en la televisión o en Internet, sino también casi en cualquier lugar por el que pisamos o nos movemos.

Pero ¿es posible evitar esta compra por impulso? Existen reglas y procedimientos para intentar reducir al máximo este gasto, como la regla de los diez segundos.

¿En qué consiste la regla de los diez segundos?

Se trata de un método muy sencillo, pero, a la vez, muy eficaz para evitar el gasto innecesario como consecuencia de nuestras emociones. Consiste, simple y llanamente, en pararnos a pensar durante diez segundos si el producto que vamos a comprar merece la pena o no y si lo necesitaremos o no en el futuro.

Normalmente, el criterio que debemos seguir para valorar si necesitamos un producto o no es contestar a estas preguntas, las cuales se pueden plantear y responder en este intervalo de tiempo:

  • ¿Necesito este producto para satisfacer mis necesidades?
  • ¿Cubre este producto algún tipo de satisfacción que todavía no he podido lograr con los objetos que tengo ahora mismo?
  • ¿Podría destinar lo que cuesta este producto a un uso mejor o que nos proporcione una mayor satisfacción?

Si al finalizar los diez segundos, estás todavía convencido de que comprar ese producto es una buena idea, cómpralo. Seguro que es una buena adquisición que servirá para cumplir nuestros objetivos. Sin embargo, si realizas esta pequeña prueba durante un período de tiempo prolongado, te sorprenderás de la cantidad de cosas que compras habitualmente y que, en realidad, no necesitas.

¿Sirve para eliminar estos impulsos?

Si tienes problemas para controlar tus impulsos cuando compras, la regla de los diez segundos es un buen método de ahorro. Cuando te sientas atraído o atraída por un producto determinado, párate a pensar si mañana te arrepentirás de esa compra. Si la respuesta es sí, el dinero estará mejor en tu bolsillo que gastado en un producto del cual no estás convencido.