¿Es seguro invertir en un fondo de inversión garantizado?

Cuando éramos pequeños, nuestros profesores nos enseñaron que los adjetivos calificativos servían para añadir una cualidad al sustantivo al que acompañan. Algunos de ellos, como alto, rubio o gordo, son consideradas cualidades objetivas de una persona, mientras que otras como guapo, simpático o enérgico, son cualidades subjetivas. Estos adjetivos calificativos también se utilizan en el ámbito financiero, y su importancia es enorme, ya que marcan la diferencia entre lo que implica invertir en un activo con riesgo a otro con un riesgo más moderado.

Un producto es variable si su rentabilidad no está prefijada de antemano y es de renta fija si su rendimiento sí está asegurado a lo largo de un período de tiempo. Todos ellos llevan implícito un cierto nivel de riesgo. Pero, además de ellos, tenemos los productos garantizados, cuyo calificativo nos hace pensar que estamos ante un producto que garantiza la totalidad del capital al vencimiento y que, por tanto, no tiene ningún tipo de riesgo. Entonces, ¿podemos estar tranquilos si contratamos un fondo de inversión garantizado?

¿En qué consiste un fondo de inversión garantizado?

Se trata de un tipo de fondo que asegura el 100% de la inversión inicial a vencimiento. Invierte el capital de sus partícipes en activos que están separados del balance y cuentan con una cobertura adicional por parte de la entidad garante. Así, si en el momento del vencimiento del contrato, las participaciones del fondo tienen un valor liquidativo inferior al convenido, la entidad ejecuta la garantía, aportando el patrimonio necesario para compensar las posibles pérdidas y generar al partícipe la rentabilidad prometida.

Tienen, por tanto, un objetivo fundamental: captar el capital de aquellos inversores, especialmente ahorradores minoritarios, que no quieren asumir ningún tipo de riesgo, ni siquiera teniendo en cuenta la seguridad relativa que proporcionan los productos de renta fija. Para ello, las entidades que gestionan estos fondos invierten sus capitales en activos que cuentan con una alta seguridad, generalmente deuda pública de muy alta calidad.

Para hacernos una idea del volumen de capitales que mueven estos fondos, en la actualidad constituyen el 42% del total de patrimonio en los fondos nacionales, con casi 50.000 millones de euros y dos millones de partícipes.

Pero, ¿están garantizados los fondos de inversión garantizados?

A priori, cualquiera de nosotros podría pensar que la garantía adicional aportada por el fondo constituye en sí misma un incentivo de peso para que el fondo gestione el capital de la mejor forma posible. Pero, ¿qué ocurre en el hipotético caso de que quebrasen?

En primer lugar, habría que diferenciar entre dos posibles escenarios: que la rentabilidad del fondo fuese igual o superior a la prometida y que fuese inferior a la convenida. En el primero de ellos, la mayoría de partícipes ni se enterarían del colapso, ya que sus participaciones pasarían a otro depositario y el valor de sus activos se mantendría intacto.

Sin embargo, en el segundo de los casos, la entidad se vería obligada a ejecutar la garantía para compensar la diferencia entre el valor liquidativo actual del fondo y el valor pactado con sus partícipes. Al no poder hacer frente a este pacto, los clientes tendrían que asumir esta pérdida, dejando la garantía en papel mojado. En este caso, podrían llegar a recuperar parte de su dinero si una hipotética liquidación de la entidad fuese suficiente como para cubrir las pérdidas.

Un escenario difícil, en especial si tenemos en cuenta el tipo de activos en los que el fondo invierte el dinero, pero no imposible. Por esta razón, y tal y como nuestros profesores nos contaban, el calificativo garantizado no representa, al menos en esta ocasión, una cualidad fiel del tipo de producto que queremos representar aunque, para ser realistas, sí que se acerca mucho a lo que sucede en el mundo real.