Inversión y comisión son más que una rima

Uno de los mayores pecados de cualquier inversor novato es calcular la rentabilidad de una inversión sin tener en cuenta las comisiones y otros gastos que se derivan de la misma, es decir, considerando únicamente su rentabilidad bruta. Este tipo de análisis puede dar lugar a conclusiones erróneas a la hora de valorar si una inversión ha sido satisfactoria o no.

Impuestos, comisiones por compraventa, comisiones por custodia y mantenimiento, el spread, etc., son algunos de los factores que debemos considerar para calcular cuál ha sido nuestra rentabilidad neta que, al fin y al cabo, será el dinero contante y sonante que recibimos por nuestra inversión en el momento de su liquidación.

Comisiones de compraventa de valores y mantenimiento de carteras

Los brokers aplican una comisión por la compra y la venta de valores en Bolsa y participaciones en fondos de inversión, entre muchos otros productos. Esta comisión varía entre ellos, pero suele oscilar entre un 0,05% y un 0,20% del capital invertido o vendido, con un mínimo que depende de la entidad. Si, además, las operaciones son internacionales o en una divisa diferente a la que utiliza el broker, las comisiones suelen ser bastante más elevadas.

Además de las comisiones de compraventa, se suele aplicar una comisión por el mantenimiento de las carteras y por custodia, aunque cada vez son más las entidades que las han eliminado para hacer más atractiva su oferta.

El spread: un factor poco conocido pero muy relevante

Cuando adquirimos acciones en Bolsa u otro tipo de productos derivados como los futuros, las opciones o los contratos por diferencias (CFDs), solemos pensar que existe un único precio tanto para la compra como para la venta. Esta creencia es errónea puesto que, en todo momento, los activos tienen dos precios, el bid y el ask. Dicho de otro modo, el precio al cual compramos al mercado (ask) y el precio al cual vendemos al mercado (bid).

El precio de compra es siempre menor al precio de venta. Esto es lógico si pensamos que los compradores quieren siempre comprar lo más barato posible y los vendedores desean vender sus valores al mayor precio posible. La diferencia entre el ask y el bid es conocido como spread.

Es decir, si en un momento determinado comprásemos una acción y acto seguido la vendiésemos, ya estaríamos sufriendo una pérdida resultado de la diferencia entre el ask y el bid. Matemáticamente:

Coste por spread = (ask - bid) x Número de acciones compradas

Se trata, por tanto, de una comisión encubierta y, por tanto, de un coste que debemos considerar cuando vayamos a invertir en Bolsa.

El coste fiscal: tendremos que tributar por nuestras plusvalías y dividendos

Cualquier contribuyente tendrá que tributar por las plusvalías generadas por la compraventa de activos, por la obtención de dividendos o por los intereses obtenidos con los productos de renta fija, como los depósitos a plazo fijo o la deuda pública.

El coste fiscal es el último coste que tendremos que afrontar cuando liquidemos nuestra inversión. Todos los ingresos obtenidos tendrán que integrarse dentro de la base imponible del IRPF. Esta fase se podrá prolongar hasta que presentemos nuestra Declaración de la Renta pero podemos calcular cuál será nuestra rentabilidad financiero fiscal con anterioridad, en función de los tipos impositivos del ahorro vigentes en ese momento.

La rentabilidad neta de nuestra inversión, ejemplo práctico

Qué mejor manera de ver cuál sería nuestra rentabilidad que mediante un ejemplo práctico. Supongamos que tenemos un capital inicial de 10.000 euros que invertimos en acciones de una compañía. El precio de compra (ask) en ese momento es de 10 euros y el de venta (bid) de 9 euros. Dos meses después, el inversor decide vender las acciones. El ask en ese momento es de 15 euros y el bid de 14 euros. La comisión de compraventa es del 0,10% y no existe comisión de mantenimiento.

La adquisición de las acciones se hará al precio ask, es decir, a 10 euros. Su venta, al precio bid, es decir, a 14 euros. En total, se adquieren 1.000 acciones que, cuando las vendamos, nos permitirán obtener una ganancia de 400 euros, después de haber descontado el spread (ya hemos comprado al precio ask y hemos vendido al precio bid). Es decir, hemos logrado una rentabilidad del 40%.

Sin embargo, todavía no hemos deducido ni las comisiones ni el pago de impuestos. Las comisiones suman 24 euros (10 euros a la compra y 14 a la venta)  y los impuestos, 80 euros (el 20% de la plusvalía brutas obtenidas, 400 euros). En total, nuestras ganancias serán de 296 euros (400 - 24 - 80); es decir, nuestra rentabilidad será del 29,6%.

Debemos tener en cuenta todos estos gastos

En realidad, existen gastos particulares en función del tipo de producto financiero en el que estemos invirtiendo. En cualquier caso, los tres mencionados anteriormente son los que están presentes en casi todos ellos y los que debemos considerar para evitar llegar a conclusiones erróneas en lo que al cálculo de la rentabilidad se refiere.