El dinero no da la felicidad, ¿verdad universal o mito? Cada uno tendrá su propia respuesta y es posible que para evitar controversias se pusiera a esta expresión un apellido; porque será verdad que el dinero no da la felicidad, pero ayuda. Pocas cosas son blancas o negras y muchas de las creencias, de verdades que creemos universales sobre la forma en que debemos gestionar nuestro dinero, no son más que verdades a medias o, directamente, inventos.
Ahora que muchos, convertidos en padres y madres, dan una segunda, tercera y hasta cuarta lectura a los cuentos clásicos se habrán dado cuenta que muchos de estos relatos enseñan algo más que lo obvio. Este es el caso de la historia de Pinocho. El cuento del niño de madera con el que aprendemos que mentir es malo, nos da también algunas pautas que deberíamos seguir a la hora de gestionar nuestro patrimonio desde niños. Por ejemplo, su encuentro con el gato y el zorro explica de forma creativa y sencilla la relación que existe entre el riesgo financiero y el rendimiento de las inversiones.
Ya ha llovido, y no poco, desde que la sal fuera utilizada como medio de pago. Quién sabe si dentro de no demasiado tiempo ocurrirá lo mismo con las monedas y los billetes que hoy engordan, alguno más que a otro, nuestras carteras. Internet y las nuevas tecnologías han cambiado nuestra sociedad; si hoy ya nadie utiliza una cabina de teléfonos, pocos compran un periódico o casi nadie escribe una carta, hay también ya países que han emprendido la carrera por suprimir el dinero en efectivo, como Dinamarca. Quienes están a favor de enterrar las monedas citan entre los beneficios que implicaría un control más efectivo del dinero, puesto que habrá menos dinero negro o descenderán los atracos; quienes se ponen en el otro lado de la balanza hablan de que crecerán los ciberdelitos y que se dejaría aún más al margen de la sociedad a los más desfavorecidos.
¿Comprar o no comprar? He ahí la cuestión. Esta pregunta, que nos podría asaltar ante el mostrador de cualquier supermercado, no difiere de la que nos planteamos cuando pensamos si aceptamos o no la oferta que nos hace una empresa para que compremos sus acciones. Dicho de un modo más técnico: cuando sopesamos si acudimos o no a una Oferta Pública de Venta (OPV).
Cuando nos jubilamos, llega el momento de dejar de trabajar y comenzar a recibir la pensión pública de la Seguridad Social a la que tanto hemos contribuido en todos los años que hemos estado trabajando. Nuestras cotizaciones garantizan que, a los 65 años o un poco más tarde, podamos recibir una renta mensual que nos permita vivir de manera cómoda el resto de nuestra vida.
La Campaña de la Renta 2015 terminó y la mayor parte de contribuyentes habrán recibido una alegría en forma de abono en su cuenta bancaria como parte del resultado de su declaración de la renta, que les habrá salido a devolver. Un dinero que viene muy bien para tapar agujeros, para darse algún que otro capricho o, por qué no, para ahorrarlo o invertirlo en algún producto financiero.
Los fondos perfilados son un tipo de fondo de inversión diseñado para ajustarse a distintos niveles de riesgo y perfiles de inversor.
Invertir en productos financieros puede ser una forma muy efectiva de hacer crecer tu dinero. No solo tienes la oportunidad de aumentar tus ganancias, sino también de diversificar tus inversiones, lo que ayuda a reducir los riesgos.