Un paseo por los billetes de nuestra vida

Si hay algo que todos tenemos en común y que sabemos identificar son los billetes. Pagamos nuestra primera entrada al cine con un billete de 500 pesetas con el retrato de Rosalía de Castro y ahora lo hacemos con uno de 10 euros con un dibujo de un monumento imaginario. De uno a otro ha pasado algo más que el tiempo, nada menos que un cambio de moneda.

Las últimas pesetas se imprimieron en 1992 y el euro entró en nuestras vidas en 2002. Tanto ha llovido ya desde entonces que el Banco Central Europeo (BCE) ha iniciado la renovación de los billetes. Ya tenemos en nuestras manos los nuevos de 5 y de 10 euros y el siguiente en cambiar será el de 20, que formará parte de nuestros bolsillos a partir de noviembre de este año.

Un lavado de cara que continuará con los de 50, 100, 200 y 500 euros. Se renuevan bajo la denominación de 'Serie Europa' porque todos ellos mostrarán un retrato de la princesa Europa, un personaje de la mitología griega que fue el elegido para dar nombre a nuestro continente, y que estará presente en la marca de agua y el holograma de los nuevos billetes.

Lo viejo y lo nuevo

El retrato de Europa es una de las principales novedades de los nuevos billetes que, al igual que los anteriores, reflejan épocas y estilos arquitectónicos con monumentos ficticios. En su anverso, hay imágenes de puertas y ventanas con las que se quiere reflejar la apertura y cooperación en el continente, mientras que en el reverso se mantienen las imágenes de los puentes con las que se quiere plasmar la cooperación y comunicación que existe entre Europa y el resto del mundo. 

Entre estos  cambios, destaca que los nuevos billetes tienen números más grandes, una actualización del mapa de la Unión Europea con los nuevos países miembros desde 2002, Chipre y Malta, y las siglas de los bancos centrales europeos en nueve variantes lingüísticas. Además, tendrán también una serie de líneas en relieve para la mejor identificación por las personas invidentes. Todos estos elementos se reflejan en el nuevo y el viejo billete de 20 euros.

Aunque poco tengan que ver, hay algo que une a los últimos billetes de pesetas, acuñados en el año 1992 con motivo del V Centenario del Descubrimiento de América, con los nuevos billetes de euro. Comparten nada más y nada menos que a su 'padre': ambos han sido diseñados por el mismo artista gráfico de la fábrica de billetes del Estado alemán, Reinhold Geistetter. Más allá de eso, hay un abismo en cuanto a las medidas de seguridad entre unos y otros. Porque -aparte de que en las pesetas podíamos reconocer a personajes de nuestra historia, algo que ahora no podemos hacer en los billetes de euro- lo que más diferencia a los billetes de euro y de pesetas es la seguridad. 

Aquellos últimos billetes que recordamos, con los que pagamos las entradas a la Expo 92 y a las Olimpiadas de Barcelona, fueron de los primeros en incorporar medidas como las marcas en relieve destinadas a personas con dificultad en la visión, la sombra de color en las tintas litográficas o los textos microimpresos. Ahora, para poder identificar que un billete no es falso basta con utilizar el método toque, mire y gire. Al tocar nos damos cuenta que la impresión en relieve dota al billete de una textura inconfundible, al mirarlo a contraluz se observa la marca de agua, el hilo de seguridad y, al girarlo, hemos de ver en el anverso la imagen cambiante de la banda holográfica mientras que en el reverso se puede ver la banda iridiscente.

Todo evoluciona y los billetes también, lo hacen siempre en busca de una mayor seguridad que ponga las cosas difíciles a los falsificadores. Si quieres hacer un repaso pormenorizado a todos los cambios en los billetes del euro puedes visitar esta web que el BCE​ ha creado donde explica de manera pormenorizada cómo son los nuevos billetes de euro.