Slow life: ¿has pensado en sus beneficios para tu bienestar?

Slow life es un concepto de vida distinto. El llamado movimiento lento propugna vivir a otro ritmo, tomándonos el tiempo necesario para cada tarea y dedicándonos especialmente a las actividades más enriquecedoras como, por ejemplo, las relaciones con otras personas. Los efectos pueden ser positivos en varios campos y uno de ellos es el de la salud.

El slow life pretende mejorar el bienestar emocional

¿Cuántas veces nos hemos planteado la famosa frase “si tuviese tiempo para…”? ¿Y por qué no vamos a tener tiempo? Una de las premisas de las que parte el movimiento lento es precisamente hacer cosas que nos hacen sentirnos mejor emocionalmente

Necesitamos, para ello, establecer un orden de prioridades, resolver conflictos entre distintas parcelas de nuestra vida, responder a la pregunta de qué es lo que necesitamos y a qué podemos renunciar. Al mismo tiempo, una vez lo tenemos claro, dispondremos de tiempo suficiente para poder disfrutar de los aspectos placenteros de la vida.

Comer despacio no es sólo placer, también es salud

Disfrutar de la comida no es tanto comer alimentos que nos gustan o que nos convienen, sino poder comer tranquilamente, teniendo la oportunidad de reforzar nuestras relaciones con otras personas y sin nada demasiado urgente que nos incomode durante toda la comida.

Nuestro estómago, al comer más despacio, también se sentirá mejor. La comida llegará más masticada y las digestiones serán más sencillas. 

El movimiento lento busca una alimentación saludable

La prisa es muy amiga de comer lo primero que encontramos: ese restaurante que no cumple las condiciones ideales pero está cerca del trabajo, ese plato precocinado que está de oferta o lo que podamos picar rápidamente sobre el camino, entre otras muchas cosas.

La probabilidad de equivocarnos desciende a medida que tomamos más tiempo en pensar lo que vamos a comer, en comprarlo, en cuidar de sus condiciones de conservación, en cocinarlo. La alimentación es una fuente de salud o enfermedad y deberíamos dedicarle el tiempo que merece.

Evitar precipitaciones es evitar accidentes

Una de las causas de los accidentes es la falta de atención motivada por las prisas. Se quiere cocinar demasiado deprisa y se tiene un percance en la cocina. Se desea tardar lo menos posible en llegar a recoger a los niños y se tiene una colisión con otro vehículo. Se busca cubrir una labor del trabajo rápidamente y acontece un accidente laboral. Las consecuencias pueden ir desde un susto a un fallecimiento, pasando por una baja laboral, repercusiones emocionales, etc.

Dedicar a cada actividad su tiempo y no hacer más de las que podamos nos evita muchas veces este tipo de circunstancias. Además, tomarnos nuestro tiempo es una buena forma de ir descubriendo los riesgos que entrañan nuestras actividades cotidianas a través de la observación.​