No pierdas de vista al riesgo en tus decisiones de inversión

En cualquier ámbito de la vida en el que tengamos que tomar una decisión, el riesgo es un elemento que está siempre presente, incluso en aquellas actividades en las que, por nuestra experiencia, aparentemente no existe incertidumbre. Por ejemplo, ir a jugar al fútbol supone un riesgo de lesión (a pesar de que nunca te ha pasado); lo mismo sucede cuando conduces un coche, etc.

Dentro del campo de las finanzas, el riesgo constituye uno de los factores fundamentales que determina que un ahorrador se decida por una u otra alternativa de inversión. Los bonos soberanos, las acciones de compañías, los productos derivados o los depósitos de los bancos son productos financieros que están condicionados de una u otra forma por el riesgo.

En este sentido, cobra importancia el nivel de riesgo que un inversor está dispuesto a asumir por obtener una mayor rentabilidad. Es la conocida como aversión al riesgo, que nos dice qué tipo de inversor somos en función de nuestras decisiones de inversión. Cuanto más adversos al riesgo seamos, menor será la incertidumbre que estamos dispuestos a asumir y, al mismo tiempo, menor será la rentabilidad que estaremos esperando.

Riesgo en las inversiones: caso práctico

Por ejemplo, imaginemos un escenario de inversión con dos posibles alternativas. En la primera de ellas, garantizada, la persona recibe 50 euros. En la segunda, con un escenario de incertidumbre, se lanza una moneda al aire para decidir si el inversor recibe 100 euros o nada, es decir, hay un 50% de probabilidad de obtener 100 euros y otro 50% de probabilidad de no obtener nada.

En el primer caso, puesto que la inversión está garantizada, el beneficio obtenido será siempre de 50 euros. En el segundo caso, el beneficio esperado será también de 50 euros, que será el resultado de aplicar la esperanza matemática:

Rentabilidad esperada = (100 euros x 50%) + (0 euros x 50%) = 50 euros.

En ambos casos, el beneficio esperado será el mismo, por lo que la decisión de tomar una u otra alternativa será indiferente. Pese a ello, la decisión no es arbitraria, sino que depende de cuánto se quiera arriesgar un individuo en un momento determinado.

¿Qué tipo de inversor te consideras?

Las estrategias de inversión se resumen en un refrán español que seguro que has oído en más de una ocasión: más vale pájaro en mano que ciento volando. Los individuos tienen diferentes actitudes ante el riesgo, que pueden resumirse en las tres siguientes:

  • Aversión al riesgo: evitando en la medida de lo posible el riesgo de perder, aceptando un pago cierto y garantizado a pesar de la mayor rentabilidad que le puede proporcionar otra alternativa de inversión.
  • Neutral al riesgo: quien es indiferente frente a aceptar el pago de 50 euros o invertir en una alternativa con mayor riesgo pero con una esperanza de obtener el mismo beneficio.
  • Amantes del riesgo: si el inversor acepta la inversión con mayor riesgo aun cuando la inversión garantizada proporcione un mayor beneficio que la esperanza de la inversión con mayor riesgo.

En general, todas las personas tenemos una mayor o menor aversión al riesgo, que es precisamente lo que nos distingue. Cuanto más me arriesgue, mayor será mi recompensa, pero también, mayor puede ser el fracaso. No obstante, como en cualquier otra escala de la vida, existe un espectro de incertidumbre en el que todas las personas nos definimos. Y tú, ¿qué clase de persona te consideras en función de tu tolerancia al riesgo?​