Todos conocemos la historia de la cigarra y la hormiga. Sabemos que ambas, llegado el día, tendrán un retiro y se jubilarán, pero todo indica a que el de la hormiga será más dorado que el de la cigarra. Una buena hormiga no habrá perdido el tiempo y habrá ahorrado durante su vida laboral. Es posible que nuestra hormiga haya echado mano de un plan de pensiones, un instrumento financiero de ahorro para la jubilación al que habrá hecho aportaciones periódicas. Montoncitos que le permiten ahora, llegado el momento de su retiro, disponer de un capital.