Ahorrar para planificar nuestra jubilación se ha convertido en toda una necesidad para muchas personas. La debilidad del régimen actual de pensiones, unida al escaso poder de ahorro que tienen la mayoría de familias españolas, han hecho que muchas personas estén buscando la mejor opción para ahorrar todo lo posible antes de que llegue ese momento y que, además, esos ahorros no pierdan poder adquisitivo por culpa de la inflación.
Parece que la hucha de las pensiones se está agotando. Probablemente, este año, ya no podremos tirar de ella en determinadas circunstancias, como el de este pasado diciembre, en el que se acumuló el abono mensual ordinario de las pensiones con el de la paga extraordinaria de Navidad. Si a este hecho le unimos que el futuro de las pensiones está entre las mayores preocupaciones de los españoles, el cobro de nuestra futura pensión genera un claro desasosiego a todos, en parte justificado, en cuanto a los cambios que puede conllevar, pero no en la pervivencia del sistema actual.
Pagar cotizaciones bajas es una de las consecuencias directas de que el colectivo del trabajador autónomo pague en su totalidad su cotización a la Seguridad Social y no la comparta, como es el caso del trabajador por cuenta ajena en donde la empresa paga más que el empleado.
Desde hace mucho tiempo, los movimientos migratorios entre países son un fenómeno relativamente habitual. Con la crisis, el éxodo de inmigrantes en busca de mejores oportunidades personales y profesionales se ha intensificado, con especial incidencia en España, donde más de dos millones de personas han decidido hacer las maletas a diferentes destinos de la geografía mundial.
En un contexto como el actual, caracterizado por una situación de incertidumbre en todo lo relacionado con el sistema público de pensiones, la mayoría de expertos coinciden en que el ahorro privado es imprescindible para asegurar nuestra jubilación. Para ello, es fundamental escoger el instrumento de ahorro que mejor se adapte a nuestras necesidades, y no solo en términos de rentabilidad, sino también en todo lo referente a su tratatamiento fiscal.
Entre los principales supuestos que dan derecho al rescate del dinero de un plan de pensiones se encuentra la de estar en situación legal de desempleo cuando se cumplen determinados requisitos: estar inscrito como demandante de empleo y no tener derecho a las prestaciones por desempleo en su nivel contributivo (o haber agotado dichas prestaciones). Se trata de una posibilidad que, en muchas ocasiones, o bien no se conoce o bien se piensa que es incompatible con la percepción de la prestación por desempleo.
La mayor parte de personas, especialmente las más jóvenes, ven la jubilación demasiada lejana, o bien confían en su pensión pública para disfrutar de un retiro sin problemas económicos. Los más previsores, en cambio, deciden que ha llegado el momento de abrirse un plan de pensiones y aportar una cantidad fija mensual que, además, es deducible a la hora de presentar la Declaración de la Renta.
Cuando trabajamos, estamos aportando recursos económicos al sistema de Seguridad Social para pagar las prestaciones de los trabajadores pasivos en la actualidad, con el objetivo de recibir una prestación futura cuando no tengamos la capacidad para trabajar, bien sea temporal (por ejemplo, por una baja médica o una situación de desempleo) o permanentemente (incapacidad total o jubilación).
En algunas ocasiones, es bastante habitual confundir conceptos e indicadores económicos que, si bien pueden parecer similares, tienen connotaciones bastante diferentes. Esto es precisamente lo que ocurre con el IPREM y el SMI que, si bien se utilizaron de manera indistinta en el pasado, en la actualidad sirven como referencia para conceptos que no tienen demasiado que ver entre sí.