Economía Conductual: así afecta la psicología en nuestras decisiones de consumo e inversión

Sí, eres un auténtico crack. Después de leerte más de cien opiniones sobre un producto, consultar webs especializadas y comparar precios en muchísimos lugares diferentes, has conseguido ahorrarte 50 euros por tu teléfono móvil. Eso sí, después de perder casi cinco horas, conducir durante hora y media y hacer otra media hora de cola antes de conseguirlo. Pensándolo mejor, quizá no seas tan genio como pensabas, pero te gusta creer que has conseguido la mejor ganga del mercado y presumir por ello.

En realidad, lo cierto es que, a la hora de consumir, pocas veces actuamos de forma racional. Los recientes premios nobel de economía, Richard Thaler y Daniel Khaneman, que ni siquiera son economistas sino psicólogos, han estado realizando investigaciones sobre cómo nos comportamos, y los resultados se siguen plasmando en libros, investigaciones y estudios que están dando la vuelta al mundo.

Es la economía conductual, que desarrolla la teoría de los sesgos cognitivos, y trata de explicar cómo procesa nuestra mente la información para tomar una decisión que, previsiblemente, debería ser totalmente racional.

Los sesgos cognitivos

El concepto de sesgos cognitivos fue introducido por Kahneman y Amos Tversky en 1972 a raíz de una investigación sobre cómo procesa nuestro cerebro la información sobre grandes cifras conocida como la ley de los pequeños números. Llegaron a la conclusión de que existen influencias emocionales y patrones que impiden que podamos interpretar correctamente la información que recibimos, provocando en muchas situaciones actuaciones poco racionales y muy alejadas de las decisiones idóneas u óptimas.

El sesgo del presente

El sesgo más conocido es, posiblemente, el sesgo del presente, que explica por qué nunca ahorramos ni conseguimos ponernos a dieta. La razón es sencilla: estamos continuamente buscando la recompensa inmediata frente al largo plazo. Quieres ahorrar y quieres adelgazar, pero llegan las navidades y después el cumpleaños de tu hijo. Y, de repente, han sacado en el cine esa película que tanto esperabas. Podrías seguir así durante los 12 meses y encontrar más excusas válidas que solo postergan la decisión de ahorrar.

El sesgo de aversión a la pérdida

El mundo de las finanzas y de la inversión no es ajeno a los sesgos conductuales. Esto explica por qué vendemos cuando el mercado se encuentra bajando o compramos cuando está subiendo. La razón tiene que ver con el conocido sesgo de aversión a la pérdida, según el cual perder nos afecta 2,25 veces más que una ganancia equivalente. Este miedo a la pérdida es el que hace que inviertas tu dinero en activos defensivos cuando no son lo mejor para ahorrar a largo plazo.

El sesgo de la contabilidad mental

Aparentemente, 100 € obtenidos por tu trabajo son lo mismo que 100 € ganados jugando a la lotería. Sin embargo, psicológicamente son muy diferentes. El sesgo de la contabilidad mental es responsable de que los 100 € que has ganado jugando a la lotería los emplees en comprar más lotería o de gastarlos en un sitio caro para cenar. Pero, ¿habrías hecho lo mismo con 100 € de tu salario?

En general, la lista de sesgos puede estirarse todo lo que se quiera. Trampas mentales que condicionan tu forma de pensar y de actuar. Conocerlas te podrá ayudar a evitarlas.​