¿Cómo saber si la actividad es rentable para un autónomo?

​El autónomo obtiene una renta de carácter mixto: una parte por su trabajo y otra por las inversiones en el negocio. En muchas circunstancias, se puede plantear un posible cambio de actividad o, simplemente, un abandono, por lo que la cuestión es saber hasta qué punto su negocio es rentable (y no sólo desde el punto de vista monetario) y qué factores hay que valorar.

Las posibilidades laborales alternativas

Una de las causas de abandono es la existencia de oportunidades por cuenta ajena que impliquen una dedicación exclusiva. En esos casos, el autónomo tiene que decantarse por una u otra opción.

Por el contrario, en otros casos, lo que empuja al autónomo a seguir es la carencia de oportunidades laborales que sean suficientemente seductoras. Por ejemplo, lo más habitual cuando un autónomo abandona su negocio sin ofertas concretas es que, a continuación, inicie un proceso de búsqueda de empleo.

En esos casos, es importante tener en cuenta el perfil personal y profesional para valorar la probabilidad de encontrar trabajo en un tiempo razonable. Si se llega a la conclusión de que el riesgo de convertirse en desempleado de larga duración es elevado hay que considerar seriamente los peligros asociados a la menor inserción social y a la progresiva pérdida de destrezas laborales, además de la propia disminución de ingresos laborales.

Las opciones de colocación de los ahorros invertidos en el negocio

En este punto hay dos cuestiones importantes. La primera es la propia liquidación de nuestra inversión. Es decir, hay que plantearse si tendríamos un posible buen comprador de nuestro negocio o si sería mejor vender los diferentes elementos que lo conforman por separado. También hay que considerar el coste que podrían tener esas operaciones.

En segundo lugar, hay que plantearse dónde invertiríamos el dinero y realizar una comparación entre la rentabilidad del negocio una vez descontado el sueldo que podríamos ganar en una ocupación alternativa y la rentabilidad de las diferentes opciones de inversión que barajemos. Además, habrá que tener en cuenta el riesgo de cada opción y otros aspectos como la liquidez y lo sencilla que sea de entender cada alternativa de inversión.

Al comparar rentabilidad y riesgo es muy importante tener en cuenta el cambio de circunstancias vitales. Cumplir años, casarse, tener hijos, superar una enfermedad o un problema personal o las experiencias como emprendedor son ejemplos de hechos que pueden cambiar nuestra percepción sobre qué riesgos merecen o no la pena en función de la compensación que requeriríamos a cambio. 

La rentabilidad no monetaria

No todos los costes y beneficios del emprendimiento son monetarios. Hay muchos aspectos emocionales que pueden pesar tanto o más que los pecuniarios.

En primer lugar, hay que tener en cuenta la satisfacción que supone emprender, pero también la presión que hay que afrontar. Hay que plantearse cómo influiría un cambio en la percepción que uno tiene de sí mismo.

Por otro lado, la decisión tiene una repercusión social importante. Es probable que la relación con otras personas como, por ejemplo, trabajadores a nuestro cargo, clientes o proveedores se reduzca o interrumpa y, al mismo tiempo, nazcan o se refuercen otras relaciones.

Finalmente, pero no precisamente lo menos importante, hay una repercusión familiar. Hay que plantear cómo comunicar la decisión final, teniendo presentes las opiniones y reacciones de los diferentes miembros de la familia.