No vamos a descubrir nada cuando decimos que la población española tiene pobres conocimientos sobre economía y finanzas. No hace falta un estudio exhaustivo al respecto; basta hablar con nuestros amigos, con nuestro vecino o con nuestra familia para comprobarlo. Pocas personas sabrían decirnos las diferencias entre PIB e IPC, y muchas menos sabrían hacer el cálculo de cómo se amortiza una hipoteca.
Que el conocimiento de la economía y las finanzas no es uno de los puntos fuertes de los españoles no es nada nuevo. Pero cuando se expone esta certeza con datos sobre la mesa, da un poco de vértigo. Por lo pronto, podemos empezar diciendo que cerca de la mitad de los españoles reconoce tener problemas para gestionar su economía doméstica por falta de conocimientos financieros.
Para gustos, colores. El cambio de horario de verano a invierno, o viceversa, tiene tantos detractores como partidarios. En un lado del ring, aquellos que consideran que es una medida con la que se ahorra y, en el otro lado, los que consideran que no sirve para mucho o, directamente, que no creen en los estudios que avalan ese ahorro.
En el equipo de los detractores, contamos con toda una autoridad: Benjamin Franklin. Él fue el primero a quien se le ocurrió adelantar los relojes para que la gente gastara menos velas en pleno siglo XXVIII, aunque sin mucho éxito. No fue hasta principios del siglo siguiente, cuando los alemanes decidieron implantar el cambio de hora, es decir, adelantar una hora en el inicio del verano y retrasarla cuando el invierno se acercaba. En nuestro país, esta medida se tomó de forma intermitente hasta la crisis de petróleo en 1974 y, desde entonces, tenemos cada año dos citas ineludibles con nuestros relojes.
La esencia de la medida es la misma que la planteada por Franklin aunque, ahora en lugar de en velas, el interés es ahorrar en energía lumínica y, por tanto, en consumo eléctrico. O lo que es lo mismo: conseguir encender menos la luz de nuestras casas, de nuestras industrias o de nuestras tiendas. La esencia de la medida es que ahora que se acerca el invierno y amanece más tarde, al retrasar una hora nuestros relojes conseguimos aprovechar más la luz solar, ya que amanecerá antes y anochecerá más tarde. En verano, en cambio, al adelantar la hora cuando el horario en el que se hace de día es más temprano y en el que se hace de noche más tarde sacamos también más provecho de la luz natural.
No encender las luces artificiales y aprovechar más la iluminación del sol, supone un ahorro para cada familia española de seis euros al año, según cálculos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (Idae). Además, siguiendo las estimaciones realizadas por esta institución podemos saber que se consigue ahorrar un 5% del consumo eléctrico del país, lo que supone unos 300 millones de euros de los que 90 millones corresponderían a las familias y el resto se repartiría entre los edificios del sector servicios y la industria.
Claro que, desde la propia Idae se señala que esas cifras son potenciales y que todo ese ahorro se podrá alcanzar siempre y cuando se realice un comportamiento racional en el hogar en el uso de la iluminación artificial. Y aquí es donde saltan todas las dudas. Para muchos, esos ahorros de los que habla Idae no son reales e incluso hay quien dice que, aún siéndolo, no suponen ningún tipo de ahorro en una factura energética que, en nuestro país, alcanza los 200.000 millones de euros al año.
Hay un dicho popular que dice que la primavera la sangre altera, por sus efectos sobre el estado de ánimo de las personas. Hay más horas de luz, mejora la meteorología y esto nos ayuda a estar más animados y activos, pero no son los únicos efectos de esta estación del año.
El cuestionario previo que se realiza antes de contratar un instrumento de previsión tan necesario e importante como el seguro de vida tiene una enorme importancia, ya que con él se valora el riesgo, si se incluye alguna cláusula o limitación y, por supuesto, si se aprueba o no la contratación. En este proceso, la responsabilidad recae en el tomador del seguro, que es quién debe responder de forma veraz y sin omitir ninguna información que conozca y que pueda influir en la valoración del riesgo. Por su parte, la aseguradora debe incluir todo lo que considere relevante en este cuestionario, no puede realizar preguntas posteriores ni tampoco negarse a indemnizar al asegurado basándose en preguntas que no se incluyeron en el cuestionario de salud.
En el mundo del alquiler de viviendas, la seguridad financiera es una preocupación constante tanto para propietarios como para inquilinos. El seguro de impago de alquiler surge como una solución eficaz para proteger a los propietarios frente a posibles incumplimientos de pago.
Conocer cómo son los salarios en España puede ser una información muy interesante para muchas personas e instituciones a la hora de valorar la situación general de nuestro país. Para ello, existen dos estadísticas oficiales que servirán de gran ayuda: la Encuesta de Estructura Salarial (en su versión anual y en su versión cuatrienal), que elabora el Instituto Nacional de Estadística, y la estadística Mercado de Trabajo y Pensiones en las Fuentes Tributarias, realizada por la Agencia Tributaria.
El futuro de las pensiones preocupa a los españoles porque existen dudas sobre la sostenibilidad del sistema de la Seguridad Social. Una de las alternativas propuestas es financiar una parte de la Seguridad Social mediante impuestos.
La comercialización de seguros ha pivotado sobre diversos canales a lo largo de la historia. En cada momento, la comercialización de los seguros ha sabido adaptarse a las circunstancias particulares de los lugares, momentos históricos y de las propias circunstancias particulares de sus clientes.