Los bajos intereses que ofrecen en la actualidad los productos de renta fija están provocando un desplazamiento de los capitales de los ahorradores desde los tradicionales activos hacia otros que ofrecen una rentabilidad mayor. Uno de los productos que más simpatía despierta entre los inversores particulares son los fondos de inversión. En la actualidad, las gestoras en España gestionan en torno a 218.000 millones de euros, el equivalente al 15% del PIB de nuestro país,
Imagínate el recreo de un colegio sin la vigilancia de un profesor o un partido de fútbol sin el control de un árbitro. Es difícil pensar que funcionasen o, por lo menos, que todo transcurriera sin conflictos. Todo tiene un orden y, puede que, alguien que lo imponga al velar porque se respeten unas reglas. En el mercado de valores español, en la Bolsa, también cuentan con esa figura, con una presencia similar a la de un árbitro o la de un maestro que vigila todo lo que sucede y sanciona las conductas que no cumplen las normas. Es el papel de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, quizá más conocido como CNMV, un organismo que se encarga de la supervisión e inspección de los mercados y de la actividad de los que en ellos operan.
Llega nuestra edad de jubilación y, después de estar años ahorrando e invirtiendo en nuestros planes de pensiones, nos encontramos con una decisión difícil: ¿cómo cobrarlo? ¿Todo de golpe o en forma de renta? Hasta hace poco, la mayoría de los beneficiarios de un plan de pensiones lo hacían en forma de capital, ya que todo rendimiento generado con más de dos años disfrutaba de una reducción impositiva del 40% sobre sus ganancias. Desde entonces, allá por el año 2006 y a partir de este ejercicio, el 2015, también para las aportaciones realizadas antes de la fecha de anulación (dejando 2 años como periodo de transición) la fiscalidad ha empeorado, premiando el cobro en forma de renta.
A diferencia de otras inversiones como las acciones o los depósitos a plazo fijo, en los que su rentabilidad es sencilla de calcular, en los fondos de inversión, al invertir los capitales de muchos partícipes en una multitud de activos diferentes, este cálculo no es tan fácil. Es necesario conocer, primero, cuáles son los activos en los que se invierte y su proporción para, después, calcular cuál es la evolución de cada activo en función de su distribución dentro de la cartera del fondo.
La mayoría de ahorradores españoles utilizan un número reducido de productos de inversión para colocar sus ahorros. Entre ellos, los más populares son los fondos de inversión, los planes de pensiones, los depósitos a plazo fijo y las inversiones directas en empresas adquiriendo para ello sus acciones. Esta última opción es la preferida por muchos, y no sólo porque nos podamos aprovechar de la revalorización de las acciones de las empresas, sino por la posibilidad de obtener el correspondiente dividendo.
Cuando éramos pequeños, nuestros profesores nos enseñaron que los adjetivos calificativos servían para añadir una cualidad al sustantivo al que acompañan. Algunos de ellos, como alto, rubio o gordo, son consideradas cualidades objetivas de una persona, mientras que otras como guapo, simpático o enérgico, son cualidades subjetivas. Estos adjetivos calificativos también se utilizan en el ámbito financiero, y su importancia es enorme, ya que marcan la diferencia entre lo que implica invertir en un activo con riesgo a otro con un riesgo más moderado.
Vivimos en una época en la que ya no es posible obtener una cierta rentabilidad por nuestros ahorros sin asumir por ello ningún riesgo. Los bajos tipos de interés que rigen el mercado en la actualidad como consecuencia de las políticas monetarias expansivas de los principales bancos centrales a nivel mundial, están provocando una pérdida de parte del atractivo que tenían los productos a plazo fijo, como pueden ser los depósitos bancarios o la deuda pública.
¿Comprar o no comprar? He ahí la cuestión. Esta pregunta, que nos podría asaltar ante el mostrador de cualquier supermercado, no difiere de la que nos planteamos cuando pensamos si aceptamos o no la oferta que nos hace una empresa para que compremos sus acciones. Dicho de un modo más técnico: cuando sopesamos si acudimos o no a una Oferta Pública de Venta (OPV).
No son sastres ni son modistas, pero pueden crearnos un traje a medida. Los fondos perfilados nos toman nuestras medidas, desde el largo que tiene nuestra espalda para soportar riesgos con el dinero hasta la anchura de nuestra cintura para alcanzar nuestros objetivos. Una vez sacado el patrón, el fondo perfilado se encargará de invertir nuestro dinero según nuestras características como inversores y lo hará en otros fondos de inversión.