El cuestionario previo que se realiza antes de contratar un instrumento de previsión tan necesario e importante como el seguro de vida tiene una enorme importancia, ya que con él se valora el riesgo, si se incluye alguna cláusula o limitación y, por supuesto, si se aprueba o no la contratación. En este proceso, la responsabilidad recae en el tomador del seguro, que es quién debe responder de forma veraz y sin omitir ninguna información que conozca y que pueda influir en la valoración del riesgo. Por su parte, la aseguradora debe incluir todo lo que considere relevante en este cuestionario, no puede realizar preguntas posteriores ni tampoco negarse a indemnizar al asegurado basándose en preguntas que no se incluyeron en el cuestionario de salud.
Se trata de una situación muy habitual en todas las empresas: un trabajador se ve obligado a dejar de trabajar de forma temporal por sufrir algún tipo de incapacidad. Al cabo de un tiempo, una vez sometido al tratamiento prescrito por el especialista, vuelve a su puesto de trabajo en plenas facultades.
Una de las cuestiones clave en los seguros son las condiciones bajo las cuales los beneficiarios de una póliza tienen derecho a percibir una compensación. Una de las más importantes es la relacionada con la geografía de los seguros. En determinados seguros puede no tener demasiada importancia el lugar exacto en el que haya tenido lugar un siniestro, mientras que en otros, la componente geográfica es fundamental y determina si se tiene derecho a compensación o no.
Al igual que ocurre con otros ámbitos y sectores empresariales, el mundo del seguro ha evolucionado de manera constante a lo largo de las últimas décadas e, incluso, a lo largo de los últimos siglos. Este continuo cambio exige modificaciones normativas que adapten la legislación vigente a la realidad actual, con el fin de asegurar su sostenibilidad y la protección de los consumidores, entre otras muchas consideraciones.
El seguro de vida debería ser un producto fundamental para todos. Si aseguramos bienes cuya pérdida no es fundamental, por qué no asegurar nuestra propia vida o el riesgo de invalidez. El impacto de esta posible contingencia afecta gravemente a los que más queremos y en todos los ámbitos, entre los que destaca el económico. La solución, aparentemente fácil, sería establecer una cobertura muy alta, por encima de las necesidades actuales de la familia, con un capital que cubriera cualquier contingencia. A cambio, pagaremos año tras año una prima importante. Por todo ello, es importante que calculemos lo mejor posible qué necesidades hay que cubrir teniendo siempre en cuenta que condiciona la misma.
Una boda es un gran evento para una pareja y su organización requiere un gran esfuerzo, sobre todo desde el plano económico. Para que todo salga bien, existe el seguro de boda, que es un producto que tiene como objetivo ayudar a los novios a preocuparse de la celebración y ser felices en su día, en lugar de gestionar soluciones de urgencia si las cosas no salen según lo previsto.
La figura más importante del seguro de vida es el beneficiario, es decir, la persona que recibirá la prestación económica estipulada en el contrato del seguro en caso de fallecimiento del titular y de otros supuestos contemplados en la Ley, como la invalidez. En la mayoría de los casos se designa de forma expresa el beneficiario, lo cual facilita el cobro del mismo, pero no existe obligación de hacerlo. En este último caso, en caso de fallecimiento del titular, los beneficiarios son los herederos del titular, que tendrán que cumplir una serie de requisitos para conseguir el cobro de la forma más rápida y sencilla posible.
Cuando se asegura un bien, siempre se considera su valor real para poder determinar la viabilidad del contrato de seguro y el importe de la prima a pagar. Este dato hay que calcularlo con rigor y con una precisión razonable, incluso en los casos en los que el bien objeto del seguro sea difícil de valorar, para garantizar que en caso de siniestro los beneficiarios perciben una compensación justa y coherente.
La vinculación de seguros de vida asociados a la hipoteca es una práctica muy habitual por parte de los bancos. Actualmente, se suelen presentar dos posibilidades: una primera, que obliga a contratarlo como requisito indispensable para la concesión de la hipoteca, y una segunda, menos estricta, que ofrece bonificaciones en el tipo de interés de la hipoteca si se contrata ese seguro.