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El Blog de Nationale-Nederlanden

El Plan PIVE (Programa de Incentivos al Vehículo Eficiente) fue creado para estimular a un mercado automovilístico que veía como se desplomaban sus ventas y que, gracias a su éxito, se lleva renovando año a año. Desde el ejercicio pasado está en vigor el Plan PIVE 8 y, a pesar de que ya se ha superado el nivel del millón de coches vendidos al año (cuando se creó apenas se vendían 600.000 euros), parece claro que se renovará para el 2016, en las mismas condiciones que las que están en vigor en la actualidad. ​​

Cuando toca recibir una herencia, es imprescindible conocer los pasos y condicionantes del proceso hereditario para poder tomar las decisiones adecuadas. 

A pesar de que la reforma fiscal ha introducido algunas mejoras en la tributación de las fa​milias, especialmente en las familias numerosas, los beneficios fiscales por los hijos en España son muy bajos en comparación con las de otros países de nuestro entorno. Las ayudas pueden ser de dos tipos. Por un lado, están las ayudas directas, es decir las que suponen un pago o deducción directa vinculado al número de hijos. Entre estas están, por ejemplo, la deducción por número de hijos o la ayuda de 1.200 euros al año (que puede solicitarse como abono anticipado mensual) a las madres trabajadoras con niños de hasta 3 años. Pero, además, también podemos encontrarnos con ayudas indirectas, deducciones que no van directamente relacionadas con los hijos pero sí con gastos que estos ocasionan, y entre estas, destacan las que cubren el cuidado de los más pequeños.

​​La entrada de los llamados ticket restaurante es un fenómeno relativamente reciente en España; de hecho, tardó bastante en crecer en comparación con otros países europeos. Ahora es una práctica generalizada en muchas empresas, aunque el típico ticket o cheque representado en un trozo de papel haya desaparecido en muchos casos y se haya sustituido por una tarjeta prepago, a la cual la empresa carga el import​e que paga por las comidas de su trabajador cada mes. 

​El año 2015 ha experimentado numerosas novedades fiscales. Muchas de ellas, como la reducción en las retenciones o las nuevas deducciones ya son parte de nuestro día a día, pero otras las constataremos cuando presentemos la declaración de la renta de este año allá por la primavera de 2016. Mientras estas reformas se consolidan, en este 2016 también nos enfrentaremos con muchos cambios en materia fiscal. En la mayoría de los casos son de menor importancia, pero siempre van a tener  efectos sobre nuestro bolsillo y una amplitud muy importante, ya que afecta a la práctica totalidad de todos los impuestos.

​La forma de tributación de las ganancias que conseguimos con nuestro trabajo, con nuestros rendimientos profesionales y las plusvalías generadas en productos de ahorro e inversión, en general, está basado en un sistema que obliga a llevar un control más o menos pormenorizado de lo que pagamos. Esto es así porque nuestro sistema, como el de otros países, está basado en un pago anticipado de los impuestos por la mayoría nuestros ingresos, que se realiza cuando estos se producen. Estas retenciones a cuenta que tenemos en la nómina, en las facturas que giran los autónomos​ o en los intereses de cuentas y otros​ depósitos, por ejemplo, son anticipos de lo que vamos a pagar y no exactamente las cantidades definitivas, por lo que puede darse el caso de que sean insuficiente y tengamos que abonar una cantidad adicional cuando hagamos la declaración o, por lo contrario, que paguemos de más y tengamos el derecho a devolución de parte de estas cantidades adelantadas.

​Los bajos tipos de interés que rigen el mercado en la actualidad, materializados en un nivel del euríbor en mínimos históricos, muestran dos caras contrapuestas: por un lado, alegría para los hipotecados que seguirán revisando a la baja sus préstamos y, por otro, peores perspectivas para los ahorradores, que ven como el rendimiento de los productos de ahorro tradicionales como cuentas de ahorro y depósitos a plazo fijo no levanta cabeza.

En la actualidad, y más con la crisis económica, son muchas las personas que, bien por obligación o bien para obtener unos ingresos mayores, compaginan su trabajo como asalariados con un trabajo por cuenta propia. Se trata de un camino no exento de obstáculos, y no ya por la cantidad de tiempo que nos pasaremos trabajando, sino por todas las gestiones administrativas que tendremos que asumir, al tener que de cumplir todas nuestras obligaciones tributarias y cotizar en dos regímenes diferentes de la Seguridad Social.

Cuando nos jubilamos, llega el momento de dejar de trabajar y comenzar a recibir la pensión pública de la Seguridad Social a la que tanto hemos contribuido en todos los años que hemos estado trabajando. Nuestras cotizaciones garantizan que, a los 65 años o un poco más tarde, podamos recibir una renta mensual que nos permita vivir de manera cómoda el resto de nuestra vida.